Cuando la luz de la mañana se extendió sobre las puntas de hierba del verde, el primer carrito de golf rodaba sobre el fairway con rocío. El sonido susurrante de las ruedas tocando la hierba, mezclado con el sonido del tee balanceándose a lo lejos, constituía el ritmo único del campo de golf por la mañana. Este aparentemente único medio de transporte ha estado mucho tiempo integrado en la esencia del golf, convirtiéndose en un símbolo fluido que lleva historias y filosofía.